jueves, 31 de enero de 2008

Las 12 semanas, un nuevo eco y la barriga más grande

Ya no me queda nada. Parezco una humita mal amarrada. Me siento gorda, pero sé que no estoy gorda, estoy embarazada, pero al mirarme al espejo me veo gorda, así que esta contradicción entre mi razón y mi pensamiento espontáneo me tiene loca.

Las hormonas están sin duda alborotadas. Hoy estoy feliz, hoy no. Hoy te amo, hoy no. Estoy perdiendo la razón, hoy no.

Todas estas nuevas e indescifrables situaciones y sentimientos se unen a una agilidad y actividad nunca vista en mí. Ando con la adrenalina a millón.

Sin duda, cada día y cada momento de esta dulce espera hay un cambio radical en tu cuerpo, en tu mente y en tu estado de ánimo.

Pero lo que me tranquiliza, por decir algo, es que pronto, se acerca el día en el que veré a mí ya feto.

Por otro lado, y no sé si esto me da mucha felicidad, también llegó la hora de guardar en un baúl aquellos ceñidos pantalones y faldas para, con pesar, llenar ese espacio de nueva ropa, pero no esa que babeabas al verla en la vitrina sino aquella rosa y voladita que venden las tiendas maternales. Cada día es más evidente todo… es más evidente que viene en camino otro ser…

¡Vamos!, no estoy gorda, estoy embarazada…. Y al parecer no es tan malo. A la gente le gusta. Todos, conocidos y extraños, se sienten fascinados con esta nueva barriga y tocan al fenómeno y yo muero de iras…

Deben hacer en las tiendas prenatales una camiseta que diga: Mirar, preguntar pero no tocar.

martes, 29 de enero de 2008

Enfrentarse a la criatura

Ya son 7 semanas, olvídate de contar los meses, cuando estás embarazada solo existen semanas, y es el momento de enfrentarte con lo que se está gestando dentro de ti. Tu primer eco. Es un momento tan emocionante que los nervios y la ansiedad no te deja en paz.

Pase por favor, desvístase de la cintura para abajo, póngase esta bata y acuéstese aquí. Abra las piernas y espere al doctor. Llega el inmaculado doctor y comienza con la investigación por los caminos verdes… Y allí aparece el embrión, como llaman a mi frijolin antes de convertirse en feto, desde ya se escucha su corazón…Allí está véalo, dice el inmaculado.

En ese momento piensas que la vida es lo más hermoso del mundo y caes, finalmente en cuenta, que es real, que tu bebé crece y viene en camino.
Es uno de los momentos más espectaculares y al dejar el consultorio ya quieres volver y ver de nuevo a aquel frijolín o embrión convertido en feto.

Aunque mi embarazo ha sido bastante tranquilo comparado a los desmayos, nauseas y malestares que presentan las novelas cuando alguna mujer está encinta. Sufrí de nauseas matutinas y desvelos (me despertaba a las 3 de la mañana), pero no de antojos, cosa que no me agrado ya que me hubiera encantado ver como mi esposo salía a la búsqueda de aquel capricho.

Hasta ahora todo va viento en popa, pero todavía me quedan muchas semanas por vivir este emocionante momento.

viernes, 25 de enero de 2008

Las prohibiciones: cambió de timón en la vida

Luego de que el diminuto instrumento nos dijera que sí que estamos esperando, llegó el momento de ir al médico quien nos corroboraría la certeza del caso. Cuando es tu primera vez, la lista de preguntas es larga y compleja.

“He oído doctor que tengo que comer lo que me provoca porque sino el niño nace muy parecido físicamente al antojo en cuestión”…

Los médicos, definitivamente, deben estar acostumbrados a no poner cara de sorpresa y contestar toda clase de preguntas… Así que no tengas vergüenza y di lo que quieras y lo que te pase por la cabeza.

Hicimos lo que teníamos que hacer, una prueba de orina y sangre. Todo confirmó lo que ya estábamos seguros: seremos padres.

Luego, las recomendaciones del médico. Los nuevos cuidados, los nuevos hábitos y lo que ahora debemos dejar de hacer. Allí comenzaron “las malas noticias”. En realidad, lo que quiere decirte el médico es que tu vida cambió y que si te gustaba la farra y la dolce vita, ahora recátate y recuerda que no estás sola en el mundo. Ahora tú cargas y eres responsable, desde ya, de la vida de otro.

En mi lista de prohibiciones, que es larga, tuve que dejar el cigarro, el café, los ricos martinis de los jueves, mis trasnocho fiesteros… los deliciosos ambientes nocturnos con olor a tabaco, mi gym – no porque éste sea malo sino porque es mejor que en los primeros tres meses te quedes tranquilita, pues las hormonas están tan locas que nuestro equilibrio no es tan locuaz- y dormir temprano y comer bien. Sí, bien… Olvidar la comida chatarra y devorarnos los aburridos pero nutritivos vegetales.

Sin embargo, aunque no fueron del todo agradables todas estas nuevas recomendaciones, no me costó mucho acostumbrarme a este nuevo ritmo y hábito de vida. Y ahora mi cuerpo pide con ansias dormir, comer ricas frutas y deliciosos vegetales bañados en vinagreta…mmmm

jueves, 24 de enero de 2008

La noticia

Un pequeño retraso, de dos días, no aterra a nadie, sobre todo cuando hay algunas que no somos tan puntuales. Pero cuando vivimos con un semental que se perfila como un padre en potencia, cualquier retraso de minutos significa su gran esperanza de procreación y extensión del apellido.

Fue así como el padre de mi futuro hijo insistió en comprar, por tercera vez en un año, un test de embarazo. Sin ninguna esperanza, de mi parte, fuimos a la farmacia, compramos y regresamos a casa.

En el momento de utilizar el aparato ‘detector de vida’, apareció, con una seguridad única las dos rayitas. No había terminado de leer las instrucciones cuando el instrumento de test, me gritaba: ¡sí estás, sí estás….!

Fueron segundos, minutos, en los cuales piensas de todo y en nada. Pero la idea de saber que eres capaz de crear una nueva vida te sorprende. Fue en ese instante que comencé a sonreír…

Ahora llegó el momento de avisarle a los más íntimos. Mi mamá, mi papá, mi mejor amiga, mis hermanos, los amigos íntimos de mi esposo y luego mi esposo, no quería que fuera el último, pero llegó tarde y mi boca explotaba y no podía callar algo tan grande…

El padre de la criatura no podía de la emoción y el aviso de la nueva buena se extendió a su madre, su padre, sus hermanas, sus amigos… y lo que faltaba para que esa ‘íntima’ sociedad se enterara era cambiar nuestro nickname en el MSN y anunciarle al mundo que seremos padres… que estábamos en la dulce espera.